La experiencia del mundo es la Soledad.
Pero en vez de abatirme, desesperar y entrar en
depresión
me hago novillo en tus brazos,
y vivo esta soledad con la alegría más sincera,
aquella que logramos arrebatar, sin remordimientos,
a la felicidad.
La unicidad singular del Ser
junto a la incapacidad de comunicar y hacer
expresivo
-del todo y en su profundidad-
los descubrimientos que hacemos
en, desde, y para la realidad,
aparentemente nos desahucia en el individualismo,
nihilismo consumado de la desolación.
No así, esta es la posibilidad única
de hacer aflorar lo genuino y lo misterioso,
de poner en marcha
la búsqueda y la complementariedad.
Ese vacío existencial que se suspende,
para luego asomar,
después de haberlo deseado,
tenido y probado todo cuanto existiera,
lo llenamos con Amor.
La soledad vulgar angustia y da ansiedad.
La nuestra,
que levita, flota y se sumerge en el Amor,
desborda cariño, compromiso, gusto y confianza,
en una actitud amistosa
que no escatima desprendimientos y desapegos.
Desde los pliegues más rebeldes,
en los recovecos y sombras inexploradas de tu piel
Reconfirmo nuestra segunda certeza:
La experiencia del mundo
es la posibilidad que otorga la Soledad,
para imaginar, crear, proyectar, difundir e
irradiar
Amor.
Por eso vamos despreocupados,
transitamos juntos la Soledad,
y la mimamos, la cuidamos y protegemos
de la ilusión del mundo,
de los reflejos, a medias, de la realidad.
Il Gato, 08/12/ 11